miércoles, 14 de enero de 2009

Los mensaje siempre llegan...

¿Cómo manejamos la falta de interés del otro en nosotros?
¿Cómo llevamos adelante el hecho de no ser del gusto de quien nos atrae?
¿Porqué creemos siempre que no nos quieren volver a ver porque no gustamos? ¿Somos tan egocéntricos? ¿Todo tiene que ver con nosotros?
¿Podría, realmente "no ser su momento", "estar para otra cosa", "estar buscando algo diferente"?

Muchas preguntas que me hice, luego de ver el estado de desesperación de una amiga...

Nos encontrábamos en una heladería, entre cuatro, sublimando la angustia de un domingo a la noche con un cuartito de helado (cada uno!)... Y sí, es una de las pocas maneras que encontramos para superar ese momento dominguero donde el índice de suicidios es más alto de lo habitual (¡estadísticas reales extraídas de la filosofía urbana!)...

Un círculo claramente vicioso:
SOLEDAD + HELADO SUBLIMANTE = GORDURA
por regla transitiva... GORDURA = SOLEDAD NUEVAMENTE

Pero bueno, esa es otra historia...
Mi amiga desesperada, estaba convencida de haber creído encontrar a su media naranja el fin de semana anterior. Hubo besos, manos, más que abrazos, y hasta palpaciones por debajo de la ropa (todas instancias previas a ese momento tan glorioso denominado "puerteo")... Ella, feliz de haber sido fiel a "no tener sexo en la primera cita", intercambió celulares con el susodicho y pasó un domingo feliz, uno de esos pocos donde las canciones en la radio no recuerdan un vago y difuso y recuerdo o nuestro reflejo solitario en el espejo, sino una cara real y concisa, de alguien que había palpado gran parte de su cuerpo.
Soñadora, idealista, una quijote... había llegado el amor.

Pasados tres días, y presa de la desesperación, mandó un primer mensaje relajado. Se sentó a esperar ala respuesta, y a la hora ya estaba de la boina tratando de inventar cosas para no pensar en esa respuesta que no llegaba: "Quizás está en el gimnasio y aún no vio el teléfono... quizá no tiene señal... quizá, quizá, quizá..."

Los días pasaron... y presa de la falta de respuesta decidió volver a mandar un mensaje.
Digo yo: ¿Porqué no nos animamos a llamar directamente? Creo que las historias se dividen en dos clases: aquellas donde alguien se anima a llamar al otro, y aquellas donde la virtualidad y el exceso de tecnología (msn, facebook, mensajito, etc) se convierten en una falla demoníaca que destruye nuestras almas y nos hunde en un círculo vicioso más siniestro que el que explicaba antes de los helados y los kilos demás...
Pero sin caer en la pavada de que "tantas herramientas para comunicarnos nos incomunican más" (dejo eso a los especialistas que tanto aman hablar de eso), confieso debido a nuestros propios datos empíricos que el primer tipo de historias son las que funcionan. QUIENES HABLAN. QUIENES DAN LA CARA.

Mi amiga, desesperada, y con los helados de por medio, se dispuso a mandar el tercer mensaje: EL SONDEO FINAL. Tipeó frases estúpidas y alegó que haría creer que se había confundido de destinatario... pero dos horas pasaron y no hubo noticias (sí, antes de que digan algo ¡ estuvimos casi cuatro horas en esa heladería! ¡somos gente sola y sublimante!). La pobre terminó alegando que él era mala persona, ya que ni siquiera había tenido el tupé de decirle: "ese mensaje era para otra persona".... una cuestión, según ella: HUMANA.

Pero el gran error, el misterio, y la locura se develaron al final de la noche. Mi amiga tocó fondo y cayó en un lugar común que todos hemos visitado. Nos contó que mandaría el último, el último lo juraba y se dispuso a tipear: "Mis mensajes te llegan?"... la inquirimos en su error y como una estúpida nos dijo: "Quizá mi mensajito no le llegó... a veces no llegan... con una amiga mía..."

Hicimos un silencio pausado. Nos miramos entre el resto y casi a coro le dijimos una de esas verdades crudas que nadie quiere oir:

"LOS MENSAJES SIEMPRE LLEGAN".

No dimos el brazo a torcer. Por suerte, tenía nuestro amor incondicional para atravesar este momento..

¿Porqué nos inventamos esta fantasía? ¿Realmente creemos que hay un mundo paralelo de mensajitos perdido que no han llegado? Sí, el 0,00001% de las veces lo mensajes no llegan, ¿pero justo solo no llegan a quienes nos interesan? Aquí Murphy no se aplica señores... "los mensajes siempre llegan", y tenemos que estar dispuestos a aceptar esa realidad.

Claro, nunca nos tocó estar del lado de quien no contesta, sino de aquel quijote que sueña que los mensajitos, quizá, por una vez, no llegaron al destinatario y "por eso no nos contesta"...

La angustia fue tal que, finalizada la frase y luego de seguir repitiendo nuestro nuevo lema ("los mensajes siempre llegan"), nos pedimos un cucurucho para sumar a ese tan rico cuartito...

¡Qué suerte que para pedir helado no hay que mandar mensajitos!

5 comentarios:

Anahí dijo...

ay si habré estado de ese lado!!! helado, facturas, ravioles... cualquier cosa sirve para paliar la angustia oral que genera la falta de respuesta!!
estoy de acuerdo, los mensajes siempre siempre llegan... incluso esos que no queremos mandar o recibir y sobre todo los mudos!

bienvenu, índigo!!

Anónimo dijo...

Hola "No soy Carrie"!
Me encantó tu artículo y me sentí super indentificada... (sobre todo con el tema del refugio en los helados....!!)
Será que los males de amores son creados por Freddo, Pérsicco o alguna heladería del estilo???

fedeteo dijo...

TODOS SUBLIMAMOS CON HELADO? jajaja! Eso si es un patron que se repite!!!

Que linda anecdota, los mensajes SIEMPRE llegan, es verdad! =)

Esperamos más anecdotas de desamor... lalala...

Mindful Media dijo...

LOS MENSAJES SIEMPRE LLEGAN. Me lo dijo mi vudu ginoda un dia y es asi. de veras. ahora quiero un helado.

Juli Laro (Juliaro) dijo...

simplemente genial. y es verdad los mensajes siempre llegan...
quien sera el genio/a que escribio esto? ¿sera el amor?